Peñalosa, un gobernante con criterio
Hablar de la carrera política del candidato a la presidencia Enrique Peñalosa es hablar de uno de los políticos más trascendentales e importantes para la historia de Bogotá. Es hablar de uno de los gobernantes que más ha transformado la vida de millones de personas sin siquiera conocerlas y que quizás jamás le darán ese crédito.
Un político de vanguardia y superación que rápidamente en su carrera comprendió el significado de la ciudad como un espacio de crecimiento descomunal, donde las personas deben poder ejercer sus derechos, tener calidad de vida manifestada en el espacio de la ciudad y ser dueños reales de su tiempo. Un espacio que constantemente arroja retos y exige planeaciones eficientes a largo plazo.
Peñalosa es un político que rápidamente acepto en su vida joven que el socialismo y el comunismo fracasaban como proyectos políticos en la práctica económica, social y en lo humano. Pero también, y a su vez, que el bienestar social, la equidad y la igualdad de oportunidades si podían tener espacio en un mundo donde la economía de libre mercado aparentaba haberse consolidado. Peñalosa tuvo y tiene la inteligencia y la sutileza de analizar sin excluir y por eso lidera y logra. Para él, el fracaso del socialismo el siglo pasado no ha implicado dejar de pretender un Estado eficiente que cierre las brechas que el muy humano, y por tanto imperfecto, sistema de libre mercado suele dejar abiertas o sana de forma muy lenta.[1]
Peñalosa fue el gobernante que en la recta final del terrible gobierno de Samper comprendió los retos de una ciudad estancada en medio de la imposibilidad de ejecutar recursos mas amplios pero que no se resignó y le trajo a la ciudad Transmilenio. Transformando, no solo los espacios–no era solo solucionar movilidad, era transformar el espacio mientras se solucionaba la movilidad– sino también, mejorando la calidad de vida de aquellos que podían durar tres horas en avenidas como la Caracas sin ninguna alternativa. Tuvo la visión de llevar a micro territorios espacios de deporte como los polideportivos, de ver la bicicleta como un medio absolutamente valido de transporte–cuando nadie lo hacía en Latinoamérica–tuvo la fortaleza de fomentar desde la ejecución de políticas públicas urbanísticas, la ideas de que los espacios de la ciudad deben verse y sentirse como espacios democráticos. Es decir accesibles, amplios, cercanos y de calidad, de creer que la democracia es algo que se vive de forma constante.[2]

Foto: Capturada por autora.
En 1998, Bogotá tenía un tiquete comprado, seguro para ser la Santiago de Chile que se incendio en el 2019. El santiagazo hubiese podido ser un estallido auténticamente social en la capital Colombiana en algún momento de estas dos décadas que han transcurrido del siglo XXI–cuando Colombia, ya de hecho, ha pasado horas oscuras–pero la visión que tuvo Enrique Peñalosa como gobernante en su primera alcaldía respecto de Bogotá, el concepto de ciudad, espacios democráticos físicos, la equidad y la ejecución salvo a Bogotá de un estallido. Son notorias las diferencias que hay en acceso a cultura, educación, transporte, espacios verdes entre, por ejemplo, un ciudadano de recursos escasos en la capital Bogotana y la Chilena[3]–sin desconocer los buenos registros que tiene Santiago de Chile en otros aspectos–donde si ganas un mínimo y tienes una familia nuclear con dos niños, quizás no te queda dinero para trasladarte hasta el parque metropolitano mas cercano de la ciudad. Donde quizás la boleta de cualquier presentación cultural va a ser de difícil adquisición porque los espacios están exclusivamente y mayoritariamente en el sector privado. Donde quizás la biblioteca necesaria queda a dos tickets de transporte.
Peñalosa tuvo la visión de posicionar entre miles de tropiezos a Bogotá como una de las principales capitales del continente en varios índices que mejoran en la practica la vida de millones de personas. Fue Peñalosa el primer político en entender que un ciudadano que tiene acceso a espacios recreativos, verdes, transporte, bibliotecas y grandes avenidas es un ciudadano que ejerce su ciudadanía en la realidad y que ama su ciudad porque no le es ajena. No le es lejana, la conoce y la siente.
Fue el primero en entender que un individuo, una familia, un grupo de amigos que tienen donde compartir, que tienen donde pasar y vivir la cultura, son ciudadanos que en su ejercicio hacen crecer la ciudad y son ciudadanos que si de pronto, factores como la economía o la salud están fallando, encuentran en su espacio una válvula para respirar. De manera pues, que desde mi perspectiva y opinión Peñalosa no solo salvó a Bogotá de un santiagazo en el 2019–durante su segunda y muy exitosa alcaldía–con una lectura democrática y de autoridad del contexto, si no que lleva décadas salvando a la ciudad y de alguna manera al país. Peñalosa, como ya lo dije antes, surge como gobernante y se forma como gobernante en la alcaldía que inicia al final del gobierno de Samper, donde tuvo que enfrentarse a hacer, a transformar, a ejecutar en medio de las consecuencias de un gobierno nacional que se sostuvo por cinismo y soberbia. Tuvo que mirar los presupuesto que había y con ellos jugar.
Peñalosa es un ejecutor y para lograrlo ha tenido que pegarse a la verdad, hablar de lo que hay y hasta donde de verdad se puede llegar. Nunca se ha amarrado a un político o un interés particular, toda su carrera política ha estado marcada por el carácter y el criterio para logara los objetivos, para lograr el bienestar máximo general, así apoyo el primer gobierno de Uribe y parte del segundo, así tomo distancia cuando las cosas no parecieron ser correctas, así apoyo el tratado de paz cuando una parte de la derecha era acérrima opositora, así a intentado ser independiente hasta donde ha podido. Lejano a las maquinarias cuando quizás esto no era más que garantía de no alcanzar la cantidad de votos necesarios, pero también ha armado alianzas con políticos que aparentemente están al otro extremo de su forma de hacer política, sin comprometer sus principios y sus metas, lo que igualmente le ha llevado a separarse de ellos. Toda su carrera política ha sido tomar decisiones por criterio y no por conveniencia personal.
La segunda alcaldía de Peñalosa fue una muestra magistral de gobernabilidad y experiencia, donde en un contexto mucho más favorable emprendió todo tipo de políticas para llevar la ciudad digna a la periferia, para llevar esta vez ya no solo el polideportivo con su cancha de baloncesto, sino además el auditorio, la piscina olímpica, el café público, la av. de 4 carriles, el mega-colegio, la ciclo ruta.[4] Y lo mejor aún, llevarlos a buen puerto con cero escándalos de corrupción. Rodeado de los mejores, con un respeto irrestricto por la jerarquías, el mérito y la inteligencia y con dos plus enormes: tener la capacidad de ver la buenas propuestas de antecesores dándoles continuidad, y hacer el esfuerzo esta vez de apostarle a lo social y lo humano. No solo desde el aspecto del espacio sino también desde la intervención social en los territorios.
Hoy Peñalosa es el candidato con más experiencia y mérito para dirigir al país. Cuenta con una base electoral sacada a pulso en la capital. Cuenta con la simpatía de todos aquellos que no toleran la charlatanería de los candidatos populistas que compiten en estas elecciones. Y cuenta con aquellos que no van a elegir el derroche, la fanfarronería y el carisma por encima del bienestar del país.
[1] ww.elcolombiano.com/colombia/politica/entrevista-enrique-penalosa-elecciones-2022-sin-petro-y-con-los-empresarios-AE15991450 [2] https://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/ciudad-igualdad-felicidad-el-nuevo-libro-de-enrique-penalosa-636973 [3] https://epiandes.uniandes.edu.co/wp-content/uploads/Parques-en-ciudades-latinoamericanas.pdf [4] https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/05-13-2021-nuevo-centro-de-felicidad-beneficiara-380000-personas-en-suba