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El Juego del Calamar: Una crítica a sistemas colectivistas e igualitarios, no al capitalismo

A menos de que haya vivido debajo de una roca en los últimos meses, debe de haber escuchado la famosa y ampliamente discutida serie de Netflix: El Juego del Calamar. Una sería surcoreana que ha logrado volverse sensación mundial y subir al ranking de las series más vistas en esa plataforma.


Hwang Dong-hyuk es el director de la popular serie que cuenta con nueve capítulos de aproximadamente 55min. La serie sigue a un personaje principal llamado Seong Gi-hun, quién se encuentra en la quiebra después de apostar todo su dinero (y el que había tomado prestado de grupos criminales) en carreras de caballos. A este personaje le ofrecen participar en un juego donde podría ganar 45 mil millones de wons – equivalente a 38 millones de dólares americanos. Él accede y lo llevan a un lugar secreto donde hay cientos de otros participantes, todos ciudadanos con graves dificultades económicas, todos usando la misma sudadera verde e identificados por un número.


En el primer juego todos se dan cuenta de que la manera de ganar no es nada más ni nada menos que ser el último sobreviviente de una serie de juegos hiper-violentos donde los perdedores no solo pierden el juego, sino que también pierden su vida. Con cada muerte se le suma dinero a una alcancía en forma de marrano gigante que está suspendida en el galpón donde los jugadores duermen.


Sin contar mucho más de la serie, y tratando de evitar los spoilers, haré un pequeño análisis de porqué esta serie logra una crítica fuerte y contundente a los sistemas colectivistas e igualitarios en vez de al capitalismo, como muchos periódicos y revistas quieren hacer creer (Imagen 1).




Imagen 1: Titulares de diversos medios de comunicación.



Aunque el mismo director dice que sí esta basada en un mundo capitalista actual, no ha dicho nunca que sea en contra del capitalismo. E incluso se realzan características del capitalismo y libre mercado como la creatividad, compasión, libertad y superación personal, y se critica fuertemente las ideas de igualdad y colectivismo presentes en ideologías como el socialismo y el comunismo.


Los que creen que la serie es un ataque al modelo capitalista es porque tienen fallas conceptuales de lo que es el capitalismo de libre mercado; fallas que lastimosamente están muy difundidas en la sociedad actual, tales como:


Riqueza como bien limitado:


En un mundo capitalista la riqueza no es limitada y, a diferencia de lo que se pueda creer, no es un juego de suma cero, donde alguien tiene que perder para que otro pueda ganar. Los mil pesos que un empresario genera hoy, no se los está quitando a nadie. Si así fuera, el monto global de dinero no hubiera sido suficiente para la creciente población mundial. En el mundo capitalista la riqueza es algo que se crea constantemente.


En cambio, en la serie, sí se ve una riqueza finita que constantemente está en la mente de sus jugadores, al estar literalmente sobre ellos. Lo único para lo cual ellos están participando en el juego es para ganarse ese dinero. Su único propósito es sobrevivir, no porque la vida es el fin en sí mismo, sino porque el mantenerse con vida es un medio para el fin que es ese dinero. Ideas que son contrarias al capitalismo, ya que, en un sistema capitalista el dinero no es el fin en sí mismo, aunque algunos lo traten de mostrar así. El dinero es solo un medio para el fin en sí mismo que es la libertad (seguida de la responsabilidad) del ser, y el aporte a la sociedad.


Si el dinero fuera el fin en sí mismo personajes como Elon Musk o Bill Gates habrían dejado de trabajar hace muchos años, pues ya cuentan con suficiente dinero para vivir plenamente hasta su fin. En cambio, continúan trabajando y generando valor para la sociedad, y satisfacción propia de realización personal, cosas que, aunque suenen románticas, son características del libre mercado.


El mundo ficticio del Juego del Calamar, donde hay una riqueza limitada y no hay posibilidad de crear nueva, es mucho más afín a un sistema comunista/colectivista donde al todos ser trabajadores para el gobierno están proporcionando recursos para sus conciudadanos, mas no generando riqueza. Es decir, los campesinos de la Unión Soviética estaban aportando el alimento para los soviéticos, mas no estaban generando las oportunidades para que los ciudadanos eligieran. Había ese pan, y ese pan simplemente, porque la oferta y la demanda se congelan en esos sistemas. Se produce lo netamente necesario para la supervivencia.



Competitividad salvaje:


Otra malinterpretación que hacen sobre el capitalismo y libre mercado es pensar que el egoísmo (con connotaciones negativas) y la competencia salvaje son las características básicas del actuar en el capitalismo. Cuando en realidad, el capitalismo es el único sistema actual que permite a un ciudadano pensar en cómo agregar valor a la vida del otro, y a su vez, esto le permite tener compasión y respeto por los demás.


En uno de los juegos de la serie, los participantes tienen que raspar unas galletas de azúcar con un alfiler hasta sacar la forma delineada en cada una de ellas. El riesgo está en que, si se rompe la galleta, el jugador pierde el juego. Un participante ha descubierto de ante mano cuál será el juego de ese día, y de manera cobarde, pero lógica, hace la fila para la forma de circulo, evitando la forma de estrella y de sombrilla. El jugador principal en cambio hace la fila en la sombrilla, no sabiendo a qué se estaba enfrentando. El otro participante, que es supuestamente amigo de él, llama su nombre y está a punto de decirle que mejor se pase a la fila del circulo, pero a último minuto se arrepiente y deja a nuestro jugador principal enfrentarse a la figura más difícil del juego.


En un sistema capitalista y libre, donde hay competitividad, pero no un único premio (y mucho menos una única manera de salir vivo) estás actuaciones no suceden. Al contrario, en sistemas libres el bienestar de todos es un enfoque de la sociedad en general, aunque se logre a partir del esfuerzo individual y del apoyo mutuo.


Un ejemplo donde se evidencia el lado más compasivo de la sociedad capitalista es en entender que mientras más oportunidades tengan las personas, mejor será esto para la sociedad. Mientras más y mejor educados estén los jóvenes, mientras más y mejor transporte haya en las ciudades, y mientras mayor poder adquisitivo tengan los ciudadanos más tecnología, más emprendimientos y mejores innovaciones se van a lograr que nos benefician a todos. Para el capitalismo, que alguien se mantenga pobre no es beneficioso. La idea es que él pueda salir de la pobreza, pueda aprovechar las oportunidades y la libre elección que tiene, para que se pueda seguir generando riqueza y progreso.


Esta creencia de que en el capitalismo hay egoísmo irracional está acompañada de la creencia de que hay un aumento de rasgos negativos del ser humano, como lo son el engaño y la manipulación. Esto es algo que se evidencia en la serie en múltiples ejemplos, con jugadores que manipulan, engañan, mienten, y se vuelven incluso vengativos. Actitudes más afines de los sistemas colectivistas, pues no hay que olvidar la famosa frase del ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, "Mientan, mientan, mientan, de la mentira algo queda”.


Estos jugadores recurren a actitudes en contra de la compasión y el compañerismo con tal de salir como ganadores. Sin importar que lo que hacen no es solo avanzar en el juego y acercarse al premio supremo, sino que están acabando con una vida humana; vida que para ellos vale menos que el dinero que se podrían ganar.




Gráfica 1: Relación entre la confianza entre los ciudadanos y la renta básica bruta. Grafica original de Harrison y Huntington, pero se muestra adaptación de El Origen de la Riqueza de E. Beinhocker.



Pero estas actitudes negativas, se ha demostrado, se dan mucho más en sociedades colectivistas, pues en sociedades capitalistas la confianza es un valor central. En el libro ‘La Cultura Importa’, de Harrison y Huntington (2000), se muestra una correlación (gráfica 1) entre el nivel de confianza entre los ciudadanos y la renta nacional bruta (GNP, por sus siglas en inglés). En el libre mercado se forman grandes y sofisticadas redes de negocios y desarrollo social que se basan en la confianza. Su bienestar como ciudadanos esta medido por sus relaciones sociales y comerciales con los demás; relaciones que van más allá del grupo familiar, y que crean la base de la economía de mercado y permiten la creación de riqueza. Por el contrario, en un sistema colectivista, su bienestar dependerá no de su alianza con su vecino, sino con la élite del estado, poniéndolo incluso a estar en constante lucha con los demás ciudadanos.



Ilusión de libertad:


Muchos creen que en el capitalismo y en las democracias actuales se presenta una democracia y una libertad ilusoria. Creen que esta no existe realmente, ya que, ‘todos somos peones de un sistema que nos encasilla y mantiene siempre en la misma desgracia’. La verdad es que, aunque podemos debatir sobre la libertad de elección política, en la vida sí hay elecciones para tomar. Si no las hubiera, todos lo que se encuentran en situaciones económicas precarias usarían el robo y el delito como la solución a sus problemas, algo que evidentemente no ocurre gracias a la libertad de elección. Y la elección no se enfoca únicamente en la manera en que las personas deciden hacer dinero, pues ya vimos que esta no es la meta de la existencia en el capitalismo, sino que hay libertad en cómo se decide vivir la vida. Por eso, es totalmente válido que alguien decida emprender, con todas las responsabilidades y arduo esfuerzo que eso requiere, como también es válido, quien decide estudiar y prepararse para realizar un cargo en una empresa. Mientras se deje a los demás vivir en paz, el capitalismo y el libre mercado, permiten que cada quien diseñe su proyecto de vida. Claramente, en la serie esta libertad no existe, y no solo dentro del juego sino incluso en su participación en él.


Después del primer juego, los que están a cargo reúnen a los participantes y les dicen que, si más de la mitad de las personas votan por acabar los juegos, estos se terminarán y cada quién podrá ir a su casa sin ningún problema –tratando de demostrar lo democrático y libre de la situación. Hacen la votación, y en efecto, la mayoría decide irse a casa. Después de un par de días en su triste realidad, donde tienen deudas con criminales que amenazan con matarlos si no pagan, donde sus vidas son un total infierno por culpa de sus decisiones pasadas, donde parece que no tienen mejor opción que desear por una ayuda mágica, la mayoría decide volver al juego.


Acá se podría decir que los organizadores del juego son realmente bondadosos y permiten que sus jugadores tomen la elección, pero ¿qué tan libre son estos jugadores? Por más de que ellos logren decir que hay libertad de elección, la verdad es que ellos saben elegir a quién invitan al juego. Saben que son personas que están en situaciones de vida o muerte, a las cuales los motiva el dinero de manera codiciosa. Así los convenzan de que están tomando esta decisión democrática y libremente, ellos ya han sido pre-seleccionados por precisamente ser personas que no están en posición de elegir. Sin libertad no podemos hablar de un capitalismo de libre mercado.


En cambio, este juego nos recuerda mucho más las escenas que se viven hoy en China, donde hay un capitalismo interno dominado por un sistema comunista. En el interior de China parecería haber libertad, pero la verdad es que ellos tienen que cumplir lo que diga el partido o sufrir con las consecuencias. Solo acceden a los productos que el partido les deja tener, no hay libertad de movimiento, y siempre están siendo vigilados por sus conciudadanos y mandatarios.



Élite todo poderosa:


Existe esta idea de que en el mundo capitalista hay un número de personas en la cima que controlan todo y no quieren que los demás lleguen a ese nivel. Nuevamente, esto se asemeja más a un sistema totalitario, como el comunista, que a un sistema capitalista. En el juego hay una clara división de roles y tareas, están los jugadores, que son el nivel más bajo; los que organizan el juego, que son un nivel intermedio, siempre andan con trajes rojos y mascarás que indican cual es su rol; los ‘ricos’, que son los que observan el juego y apuestan por el jugador que creen que ganará y, por último, está el que creó el juego, que solo hasta el último episodio se sabe quién es entonces no descubriremos su identidad aquí.


Esta división de la sociedad en categorías inamovibles, donde no hay movimiento social, es algo que en un sistema capitalista de libre mercado se ataca a toda costa. Ya que, el incentivo que tienen las personas para trabajar e innovar es precisamente el movimiento que hay en las clases sociales. Claramente, hay personas con más y menos recursos, y es cierto que, en ciertos países con limitada libertad económica, los cambios se logran solo después de muchas generaciones, pero esto no significa que en el sistema capitalista se predisponga de una clara división social inmutable.


Por el contrario, un sistema estático de clases sociales se encuentra en sistemas como el de la Rusia soviética, la Venezuela chavista, y la China comunista. Están las élites del partido, esas personas cercanas al tirano y que buscan perpetuar ese sistema comunista en el país; están los militares o fuerza pública, que son la vía violenta para mantener dominio sobre las personas, y luego está la gran clase trabajadora, los ciudadanos, a quienes la élite les dicta como vivir, y solo son libres de elegir entre las paupérrimas elecciones que les den los de arriba.


Son estos modelos estáticos los que impiden el fomento de la creatividad y traban por completo la innovación. Por esta razón, los países que cuentan con mejores desarrollos e invenciones tecnológicas y científicas no son ni Rusia, ni China, ni Corea del Norte, ni Venezuela o Cuba, son Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Alemania y demás países del mundo libre capitalista. Algo que en la misma serie se ve, cuando la familia del personaje principal se muda a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, u otro personaje se escapa de Corea del Norte hacía Corea del Sur.


. . .


Para concluir, es importante decir que, aunque el sistema capitalista no es perfecto y hay mejoras que se le pueden hacer este es de momento el mejor sistema que existe. Ya que, ha permitido sacar de la pobreza a millones de ciudadanos y ha potenciado el desarrollo económico y científico que tenemos actualmente.


El Juego del Calamar no es una crítica ni una alegoría al sistema capitalista, como algunos medios de comunicación e internautas –que le dan un tinte ideológico a todo– lo quieren hacer creer. Y la verdad, es que muy posiblemente tampoco sea una crítica directa al socialismo o al comunismo ya que su director no ha afirmado esto. Pero sí podemos encontrar mucha más crítica a los modelos colectivistas que ponen a todo el mundo en un mismo lugar y donde son controlados por una minoría poderosa.







Imagen del título tomada de Netflix.




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