El Estatismo En La Educación, Una Soga
Mientras escribo este artículo Colombia vive uno de los momentos más complejos de su Historia reciente en materia de gobernabilidad, orden público y Estado de Derecho. Pasarán muchos años antes de tener una narrativa adecuada sobre estos días, sus causas y sus consecuencias, pero por el momento vale la pena señalar una causa que aparentemente tendría muy poca incidencia y una causa que muchos verán desde el prisma de sus intereses. Me atrevo a señalar la crisis de la educación en Colombia como una de las causas de la actual crisis, sin decir que sea la más relevante o la de mayor incidencia, pero si es una causa que respira en el fondo de varios acontecimientos como lo son: la no lectura de la reforma tributaria, la falta de diálogo, el desconocimiento de la Historia, la falta de análisis de contexto social y político. Lo fácil que les es caer a los jóvenes en fake news, lo manipulables, instrumentalizados que están parte de políticos y sindicatos- cuyo objetivo es por esencia el poder y más en un año prelectoral- y por esta misma senda la prolongación sin resultados y la consecuente degradación del paro nacional encabezado por una mesa – no electa –de sindicatos donde ni siquiera hay un líder creíble de los jóvenes que día tras día han estado saliendo.
Cuando miramos las noticias o las redes pareciera como si la Historia violenta de Colombia se estuviera saliendo, una vez más, noche tras noche de sus libros ¿Es qué no hemos aprendido nada? ¿De qué está sirviendo la educación cuando estos días de paro han dejado escenas un tanto paradójicas y oscurantistas propias de un pueblo casi analfabeta? Síntomas también de la crisis.
Ningún educador colombiano que se precie de ser educador puede comprender por ejemplo el derribo de la estatua de Santander quien sentó las bases del sistema educativo del país y de la justicia, o el derribo de la estatua de Antonio Nariño primer traductor de los Derechos humanos en América mientras a grito herido se pide Estado de Derecho, no se puede entender que en sus derribos hubiese orgullo y alegría por parte de jóvenes que se presumen son en su mayoría, si no universitarios, bachilleres; alguien puede decir que las estatuas son cosas materiales y que realmente estamos ante un hecho de rebeldía y resignificación, pero resulta irónico de todas maneras mancillar la memoria de aquellos que con sus luchas dejaron el terreno dispuesto para sembrar la educación, la justicia, los derechos, y al fin de cuentas, la república por la que supuestamente hoy están en las calles; insisto un síntoma de la crisis Educativa, casi un cáncer.
La crisis de la educación colombiana no es una crisis de presupuesto como señala de forma oportunista FECODE –asociación socialista de varios sindicatos de educadores estatales a nivel nacional, que consumen un 18% del presupuesto de educación en solo pensiones [i]– o por lo menos la problemática no es solo de presupuesto, ni es el ítem más importante, sino que es una crisis fomentada por la misma FECODE de por lo menos tres maneras.
La primera es la obstrucción y negación a reformas al sistema educativo que va desde la modificación del concepto curricular – donde el conocimiento es disperso en 14 o 15 materias – hasta la evaluación de sus docentes – no solo a nivel de conocimientos sino también a nivel de actitud – FECODE se niega asumir alguna responsabilidad sobre las malas calificaciones que prueba tras prueba tiene Colombia en PISA, quedando atrás de países como México, Costa Rica o Uruguay. Países que manejan unos presupuestos similares o inferiores al que tiene Colombia pero cuya organización burocrática, actitud y preparación de los docentes ha evolucionado lentamente hacia la optimización de recursos desde primera infancia hasta la adolescencia. Solo pensemos que los jóvenes colombianos se rajan desde hace ya casi diez años en comprensión lectora, matemáticas, lectura de gráficas, estadísticas, análisis critico y resolución de problemas cotidianos ¿Tendrán que ver algo estas habilidades y recursos con, por ejemplo, la actual crisis democrática que enfrenta el país?

La segunda, es pretender ser el único actor del sistema educativo colombiano, pues si bien, sí es un actor con relevancia, es solo una pieza más – muy organizada – del sistema educativo donde también están los estudiantes y sus intereses, los padres de familia, educadores que no hacen parte de FECODE y educadores que no hacen parte del sistema Estatal. Adicional a ello, FECODE mantiene una actitud hostil hacia el sector privado, donde hay muy buenos resultados a nivel de organización administrativa y gestión académica pero donde también hay problemas relacionados con el sistema de contratación de los educadores bajo una ley laboral de hace 60 años y la aparición de colegios de garaje que también afectan la calidad de la educación en general – la cual debería ser el interés máximo de todos los actores por encima de sus intereses particulares, solo trabajando mancomunadamente un país como Suecia en los 90 supero la crisis en su sistema extremadamente Estatal[i] – afectando principalmente a familias que si bien no cuentan con recursos altos, hacen el esfuerzo de pagar pensiones que en algunos casos no corresponden con la calidad del servicio. Todo esto podría cambiar con posturas argumentadas, serias desde diferentes actores y desde el mismo FECODE frente a la falta de una ley que abrigue a todos los educadores – más allá de si trabajan o no para el Estado – y los vouchers escolares que traerían por la competencia entre instituciones una mejora en aspectos como instalaciones, y enfoques pedagógicos, entre otros indicadores.
Y precisamente sobre los vouchers encontramos la tercera manera como FECODE aporta a la crisis del sistema educativo. FECODE maneja una postura ideológica y de intereses particulares sobre problemáticas relacionadas con la eficiencia no solo educativa sino administrativa – algo típico de los sindicatos en el mundo[ii] – parece ilógico pretender seguir con la misma organización cuando Colombia en los últimos 30 años, como otros países de la región, se ha enfocado en que sus recursos se vayan en cobertura e instalaciones. No es lo mismo enseñar a 15 estudiantes por salón que a 40 y menos en una época donde la tecnología es clave en los procesos educativos. Es decir, se requiere un manejo estricto y eficiente de los recursos que solo brinda un sistema de competencia como el de los vouchers. FECODE argumenta que esto es la privatización de la educación y la negación de este derecho por parte del Estado, desconociendo que el mismo puede subsidiar la educación de dos maneras, por oferta o por demanda.
Actualmente Colombia subsidia la oferta, o sea a las escuelas, y finalmente a todos los que están detrás de esas escuelas, es decir los sindicatos que absorben una parte importante de los recursos, que se aprovechan de sus posiciones para obtener privilegios y que satanizan cualquier posible reforma moderna al sistema educativo en su interior. Los vouchers han resultado en los países que se han aplicado, la forma más eficiente de manejar los recursos destinados a educación puesto que se evita que sean absorbidos precisamente por los sindicatos y cadenas de corrupción. Los vouchers, es decir, la entrega del presupuesto directamente al estudiante mediante un bono para que el pueda elegir donde estudiar, significa la competencia real entre instituciones para lograr la mayor cantidad posible de estudiantes, los cuales siempre estarán pendientes de la calidad, de los mejores resultados. Solo pensemos que en Colombia cada estudiante del Estado cuesta aproximadamente trecientos mil pesos mensuales más la alimentación, y en algunos casos transporte, y que en el sector privado existen colegios de garaje con pésima calidad educativa y de instalaciones que cobran montos de doscientos hasta trescientos mil pesos el mes. Esto no ocurriría en un marco de competencia entre colegios y menos ocurriría cuando el sector Estatal actual cuenta ya con las mejores instalaciones. Aparte esto implicaría una mejora en la profesión docente al lograr quedar unificada y desligada de los intereses típicamente Estatalistas de los sindicatos.
Países como Corea del Sur, Finlandia, Chile, Holanda o una socialdemocracia de economía liberal como Suecia, ya manejan este sistema y junto con otras reformas han mejorado ciento por ciento la calidad de su educación en todos los indicadores. Logrando enfocarla en los gustos reales de los estudiantes, unificando el conocimiento y volviéndolo interdisciplinar a partir de la eficiencia administrativa, la calidad y una serie de reglas que cobijan a todos los educadores.
La crisis de la educación colombiana respira en cada segmento de la actual crisis democrática, no solo por el papel protagónico en ambas de los sindicatos, sino porque estos días han revelado un país que no sabe dialogar porque no sabe leer su realidad, un país que estadísticamente se supone más educado pero que de facto no puede dialogar ni siquiera en la mesa de su casa.
[i] https://www.clublibertaddigital.com/ilustracion-liberal/59/suecia-y-la-reforma-de-la-educacion-mauricio-rojas.html [ii] https://www.economist.com/leaders/2019/04/13/a-class-apart [i] https://www.larepublica.co/economia/cuales-son-los-beneficios-que-tienen-solamente-los-maestros-en-salud-y-pension-2836346