Burocracia, El Cáncer Social Moderno
Recién desaparecida la Unión Soviética me vi una película rusa que era un crítica mordaz al estado colectivista. Y salió apenas cayó el regimen, pues si la sacan antes sus productores, director y actores se hubieran ganado un boleto solo de ida a la tundra siberiana.
La película narra la historia de un ciudadano que necesita enviar una carga a algún destino y quiere hacer uso del servicio férreo, para lo cual, como para todo en el estado popular requería permiso del estado. Va a la sede de la jefatura de transporte y después de esperar días es atendido finalmente por una secretaria quien le pregunta que necesita. Él explica que requiere un permiso del jefe de carga del tren para enviar su encomienda. Ella responde, como en cualquier burocracia, "no se va a poder". Quien no haya oído esa frase de un burócrata colombiano, nunca ha ido a una oficina pública. “¿Por qué?", pregunta el pobre ciudadano, ya metido en la trituradora burocrática. "Porque no está", dice la secretaria con una lima limpiándose las uñas, otra imagen repetida en Colombia. "¿Y cuando vuelve?", pregunta el resignado ciudadano. "No va a volver, murió ayer"; "que pena", responde el ciudadano, "¿y cuándo estará el reemplazo?", contra pregunta. Y la secretaria viéndolo como un neófito en asuntos burocráticos, le explica: "A ver y le explico cómo funciona el estado popular. Aunque él jefe efectivamente murió ayer, aún no puede reemplazarse porque no se ha declarado oficialmente muerto. Ya las autoridades competentes están en eso, pero es un proceso arduo y estimamos que entre tres y seis meses nos llegué el anuncio oficial de su muerte. A partir de ahí, el partido tiene seis meses para buscar un sucesor. Una vez nombrado no puede ejercer todavía porque requiere entrenamiento técnico-político que da otra entidad del partido. Ese proceso puede demorar otros seis meses. Mi recomendación es que pida nuevamente cita en dos años, porque todo requiere cita previa, a ver si ya hay nuevo jefe, y él le explica el trámite que hay que hacer para enviar su carga, normatividad que cambia continuamente". Sobra decir que el hombre en su desespero busca en el mercado negro el transporte, pues es el único que funcionaba con leyes de oferta y demanda y no con decisiones burocráticas.
Las burocracias no crean, solo procesan, decía Ramón de Zubiría, y en la nueva reforma tributaria queda incólume; no se reduce en nada. Hay que recordar que a la Unión Soviética la mató la burocracia; aumentarla es fácil, reducirla es como una quimioterapia, puede matar al paciente. La burocracia es el cáncer de la sociedad industrial, que, escondida tras leyes, decretos, resoluciones, circulares, parágrafos e incisos, se autoalimenta de la riqueza que genera la sociedad y la esteriliza.
Es sabido que entre más grande e intervencionista es el estado, en particular en el mundo en desarrollo, menos posibilidades hay de innovación y creatividad, temas que requieren el ejercicio libre del pensamiento, lo contrario a la vida reglada y estéril de la burocracia. Alguna vez una actriz dijo que Hollywood tomaba una buena historia de una chica mala y la convertía en una mala historia de una chica buena. Eso pasó con los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), que en los países serios se conocen como planes maestros, brújula para muchas ciudades, que el Departamento Nacional de Planeación convirtió en un cartilla de requisitos para elaborar “estudios” con perfil burocrático que no tienen en cuenta el desarrollo o las inversiones en infraestructura, sino simplemente cumplir “procesos”, que han desembocado en corrupción de los alcaldes al ampliar el casco urbano.
O Colombia inicia el desmonte de ese estado elefantiásico que empezó a montar Samper apoyado en la Constitución del 91, o Colombia será otro mundo donde el absurdo burocrático solo dará para hacer cine negro. Hasta ahora ningún candidato presidencial lo plantea. Preocupante.